Casi Convencido
Esta es la historia de una lágrima
la última, de verdad, casi convencido.
La musa con piel de azufre.
Son las ganas de tenerlo todo,
egoísta y cruel si me descubren.
¿Quién se despide para bien?
¿Quién cede el relevo al silencio?
Si te marchas no te nombraré,
es el miedo quien pinta mejillas de colores.
Pero es ella quien se pasea por mis ojos,
se desliza por mis carrillos,
viste de salares mis labios
viste y desnuda mi boca.
Cuán grande es la soledad,
la falta de otra mano que sujete la mía.
Y no para sentirme acompañado,
pareja triste de baile zancudo
balada acústica cantando en silencio,
si no para que no la pierda,
para que no tape ella mis lágrimas,
seque ella mi espina.
Me remita a un mundo paralelo,
que no quiero, que ya viví,
y no pretendo volver a recordar.
Esta es la historia de una palabra,
la última, de verdad, casi convencido.
La voz exiliada en un pañuelo.
Si no me despido llámame ausente,
distraído vago entre absurdos.
Lávame la cara de razones,
regálame una sonrisa a estrenar,
cúrame de una batalla sin empezar,
heridas aún sin estar malherido.
¿Quién se disfraza de amistad?
¿Quién corta de raíz el tiempo?
Si te marchas no te lloraré,
es la timidez quien crea perfectos imperfectos,
la que tacha cada línea que escribo,
la que me hizo perder los estribos,
y se marchará para alcanzarte,
y perseguir lo que yo no persigo.
Cuán grande es la verdad,
tan ausente en ciertos momentos,
la falta de otra boca que cierre la mía.
Y no para sentirme saciado,
comida y bebida de dioses,
ambrosía en los dedos que tiemblan,
manantial de frío y fuego.
Si no para que calle mi voz tartamuda,
y me limite únicamente
a escribir por ella cada verso.
Esta es la historia de mi vida,
y por ella no dejaré de hacerlo.
Javier Sánchez Lobato
08-09-2011