Lo extraño
Ella muere cada noche,
es una extraña en su propia casa.
Hay poca luz abrazando su cama,
un vacío al otro lado de la almohada.
Un grillete y una cadena.
La realidad y la moda no pasajera.
El patíbulo de un alma condenada.
Si es tristeza lo que ves,
espera a verla por la mañana.
Un sonido la despierta al alba,
hay una princesa cantando en su jaula,
con la simple letra de una balada
y con la voz rota de un canalla.
Desayuna mirando a la ventana,
con la cara de mueca arrugada,
y la pena de una mujer abandonada.
Y con ganas de decir tanto,
y sin poder decir nada.
Las tardes las pasa sin jarana,
borrando cada recuerdo que la irrita,
intentando pasar página.
Ella muere cada noche,
es una extraña en su propia casa.
La excusa de la víctima es poder hacer
lo que le da la gana.
La tendencia suicida
de decidir lo correcto.
La letra pequeña de un cuento de hadas,
la que nadie mira y todos reclaman,
en un juicio en el que nadie quiere estar,
y en el que nadie gana.
Se acabó la tentación de la manzana,
otro peso que equilibre su balanza.
Que el amor trae desamor,
eso se aprende sobre la marcha.
Es lección de la maestra vida,
profeta de su propia causa.
Ella lo mató aquella noche,
y lo enterró por la mañana.
Y así noche tras noche,
hasta que olvidó por qué lo mataba.
Que uno ya se cansa de espolsarse
la arena de la playa.
Que lo que poco gusta mucho cansa.
Y que mejor que alzar la voz
es callar a rajatabla.
Él perdió la guerra
porque no ganó una sola batalla.
Porque callar no es una opción,
cuando uno lucha por lo que ama.
Que cualquiera puede ser libre amando,
y no un extraño en su propia casa.
Javier Sánchez Lobato
26-07-2014