Mar de ozono II : Aves rapaces
Desperté,
una noche de poca luz,
puede que la luna
sintiera la misma tristeza
que yo sentía,
o quisiera que dejara
de despertar cada noche,
entre raros y extraños sueños,
y hermosas pesadillas.
Despetaba…
con la incertidumbre de un presente,
y la realidad de un pasado,
que sabía que no volvería,
te amo tanto…
Que te recuerdo y te olvido,
cada día…
cada noche…
En los sueños que me prometen,
falsos lamentos y dulces mentiras.
¿Por qué tus ojos
se enamoraron del cielo?
Si eres tu la reina de mis sueños,
no puedo soñarte lejana,
no puedo soñarte
como te hizo el cielo…
una chica por fin feliz,
con alas blancas en su espalda
y anillos de compromiso
en su dedos…
Dias sin tiempo que dejar pasar,
estabas aquí…
tan cerca…
tan humilde y tan sincera…
palabras mías tan simples,
palabras tuyas tan necias,
haciendo escuchar
a los que fueron entonces,
mis oidos sordos.
Quiero que sepas que te quiero,
que te doy mi corazón
con cada flor que pongo
en el jarrón de tu piel,
en nuestro pequeño jardín cerrado.
Quiero que sepas que pierdo,
palabras ya sin sentido,
en tu eterno lecho,
sintiendo dolor mi pecho
de gritar fuerte…
¿Por qué te he perdido?
Sé que solo en tí,
tus ojos me amaban,
y que tus labios no querían
responder a mis plegarias.
Sé de sobra,
que los míos se cansaron de esperar,
una respuesta en los tuyos,
y que te desprecié sin querer,
y ahora que no estás,
aprecio lo que no quise despreciar.
Todo es tan dificl de entender,
cuando el tiempo no es respuesta,
cuando nadie describe tu gesta,
cuando se olvida el amanecer.
Antologías del corazón negro y oscuro,
de la noche.
Desnudo la parte de la imagen
que sostiene el marco…
Busco el ancla que sostenga el barco,
que no me haga navegar…
por el mar de la tranquilidad.
No puedo dejar el mundo detrás,
de una vieja cortina,
o escondido en el tronco del arbol
que ahora crece en tu piel,
piel de corteza fina…
No puedo olvidar,
algo que pudo ser
pero no será.
Algo que no me cure,
de unas heridad que dolerán.
Me dueles tanto…
que recuerdo por sobrevivir,
que sonrio porque así siento algo,
que me recuerda a ti…
Perder el tiempo…
enredar mis manos en tu pelo…
sentir como la lluvia,
es devuelta al cielo,
entender que la melancolía,
es susurrar al despertar
un te quiero…
Morir de amor y de deseo…
Anécdotas que son
como aves rapaces,
que vienen, se paran,
descansan en paz,
se marchan…
dejan su mensaje.
Tal vez fué la diosa que me obligó
a escribir para no olvidar.
O la que me hizo gastar mi última promesa,
O la que me hizo memorizar la palabra falsedad.
Por lo menos me regaló todo…
para no recibir nada.
Y ahora no puedo recordar el:
«Ahora más que nunca»
Pero te olvidaré,
para no perderte nunca más de vista…
Javier Sánchez Lobato
28-10-2000