El Estandarte

La ventaja de estar tumbado,
es sentir el cobijo del suelo,
el tropiezo que no tropieza con piedra alguna,
un bote anclado en una laguna.

Estarlo a tu lado es algo distinto.
Quizás sentir la libertad del cielo,
el salto esquiva del camino,
la indiferencia del destino.

Que no llegue la madrugada,
que a las cuatro llega el destierro.
Dormir acurrucado en tu portal,
arropando el frio del quiero y no puedo.

Luego llego a una casa,
que no es tuya, ni mia, ni de nadie.
Y no se me pasa,
esa sensación de ser alguien,
todo eso que das y no das,
porque no es tuyo, ni mio, ni de nadie.

Así que vuelvo a bajar de nuevo a la calle,
y és un completo desastre,
con caras y voces que vienen y van,
y que no van a ninguna parte.

Y yo sin dejar de buscar,
y tu sin querer encontrarme.

Hay una parte de ti y de mi,
que se entienden y no se entienden,
que se quieren y se odian como antes,
como el sudor a la camiseta de la vergüenza,
como la llave de luz al pasillo,
como la puerta entornada al amante prohibido.

Y yo lo escribo porque no lo olvido,
cada detalle, cada razón y cada motivo.
Cada parte de un corazón arrepentido,
que se empeña en preguntarme siempre por ti,
y yo intentándolo convencer de que te olvide,
y el sabiendo que tampoco yo estoy convencido.

Dime como le cuento que te he perdido,
como las llaves del portal de mi destino,
donde bajaba a pasear contigo,
y donde he muerto tantas veces de frio.

Y tu pensando que duermo tan lejos de ti,
y yo pensando que duermo contigo.

Tienes razón cuando dices que no podemos ser amigos,
que a un amigo se le habla de desamor,
y yo hablarte sin quererte no puedo,
ni quererte sin hablarte por supuesto.

Piensa en aquella vez que te paraste a pensar mi,
en cada rinconcito de mi cuerpo.
Yo también estaba pensando en ti,
en cada rinconcito de tu cuerpo.

Dime como le digo que caminar no puedo,
que si lo intento con cada piedra tropiezo,
y de morros caigo rendido al suelo,
como cayó la esperanza,
la suya y la mía,
por tu regreso.

Por eso vuelvo de nuevo a esa casa,
y es un completo desastre,
con la cara y el cuerpo de un don nadie.
La cara deshecha y sin ganas de hablar,
y el cuerpo con ganas de volver a la calle.

Y tu sin dejar de llorar,
y yo sin poder abrazarte.

Quiero que vuelvas a bajar a ese portal,
y mires a cada lado de la calle.

Quiero que sepas que estaré alli,
aunque no veas a nadie.

Y tu sin dejar de mirar,
y yo sin dejar de mirarte.

Si amar es la reverencia,
que nuestro amor sea el estandarte.

Javier Sánchez Lobato
28-12-2015

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